miércoles, 26 de abril de 2017

Rockpauli: El día en que mi alma se rompió

Había un bebé que me hizo tan feliz. Nos hizo muy felices. Sólo saber que existía nos llenaba el alma.

Todos estaban felices y me emocionaba cada vez que le contaba a alguien. Todos querían saber cómo estaba, todos querían ver mi panza gigante. Yo también. Me daba una curiosidad saber cómo cambiaría mi cuerpo, nuestras vidas.

Lo sentía crecer, lo sentía moverse. Al principio no sabía si eran mis tripas o si era él, pero ya estaba aprendiendo a diferenciar.  Me llenaba tanto de ilusión mirarme la panza crecer y crecer. Estaba adentro mío. Era mi bebé. Me daba risa como se movía en la primera eco o como se acurrucaba a un puro lado, dejándome la panza deforme. Me encantaba decirle a mi amor que me la tocara, intentando que él lo sintiera también. Me encantaba mirarme al espejo y ver como iba cambiando para que él pudiera vivir.

Un día el saquito que era el límite de su mundo se rompió y el miedo llegó cargado de mucha sangre. El doctor nos dijo que él era muy chiquito para nacer, que tenía que intentar retenerlo por al menos cuatro semanas más. Lo intenté. Tomé mucha agua, muchos remedios, me movía lo mínimo y trataba de mantenerme tranquila. Acostada en esa cama de hospital intenté cuidarlo, protegerlo, pero no lo logré... Le dije que si se quería quedar con nosotros tenía que ayudarme, pero...

Siete días después empezó el dolor. Cada 6 minutos, cada 5, cada 3. Yo sufría. Su padre sufría. No sabíamos qué hacer. Yo intentaba relajarme, intentaba manejar el dolor. Las matronas no me creían, no me ayudaban y se molestaban cuando las llamaba pidiendo ayuda. Mi amor llegó al hospital y trató de ayudarme él, pero nadie podía hacer nada. Me examinaron mientras el dolor me inundaba y me mandaron a preparto. Pude ver a mi amor un momento y me dijo que pronto lo dejarían estar conmigo. Pero no lo dejaban estar conmigo y cada uno sufría a uno y otro lado de la pared. No nos dejaban estar juntos y cada uno sufría solo. Yo en la camilla, mi amor en la sala de espera. No podíamos hacer nada más que esperar.

Mi amor se echó en las sillas con los ojos cerrados. Yo me concentraba en manejar el dolor, en manejar esto que me estaba pasando. Y entonces empezó a llegar una profunda calma. Llegó un silencio, una paz. Yo acostada de lado a un lado de la pared. Mi amor tendido de espaldas al otro. La angustia desapareció, nos quedamos los dos dormidos y hubo paz. Por varios minutos, no sé cuántos, estuvimos los tres unidos, tranquilos. La paz nos conectaba, estábamos juntos. Fuimos familia por esos minutos, separados por paredes y piel.

El momento pasó. Mi amor finalmente pudo estar conmigo. Le dije que el dolor había bajado, que las contracciones se estaban distanciando y nos llenamos de esperanza. Nos quedamos juntos y vimos como el dolor volvía. Cada 5, cada 3 y de pronto no se fue más. Yo no lo podía soportar, era demasiado fuerte. Temía desmayarme y dejar a mis amores. Sentía cómo esa fuerza que me mantiene viva haría lo que fuera por seguir manteniéndome viva y eso significaba que tendría que perder a mi bebé. Sabía que o moría yo o moría él y mi cuerpo no estaba dispuesto a que muriera yo.

Nos volvieron a separar y nos quedamos solos, cada uno a su lado de la pared. Yo gritaba y mi amor se angustiaba. Él apoyaba sus manos en la pared y yo lloraba. Me dijeron que pujara y yo no quería pujar, no lo quería perder. Yo no tenía opción, mi cuerpo ya lo había decidido y mi bebé también. Lo sentí nacer, pero nunca lo vi. Nunca nadie lo vio, más que esas mujeres horribles que me ladraban y me daban órdenes mientras mi alma se deshacía en una poza de lágrimas y sangre.

Mi bebé murió y nació el mismo día, el día en que mi alma se rompió. Ahora está rota por todas partes y no hay manera de contenerla. Se derrama en la forma de lágrimas, leche y sangre. Gota a gota la voy perdiendo y me pregunto ¿qué pasará cuando ya no me quede nada? ¿Habré perdido mi alma?

Esa noche aprendí cosas. Aprendí el verdadero significado del sacrificio. Dejarte ir es lo más difícil que he tenido que hacer, pero lo tuve que hacer, no tenía opción. Aprendí lo que es la tristeza, esa tristeza que no se puede contener, tan intensa que no sabes qué hacer con ella. Y ahora tengo que aprender a vivir con esto, a vivir con esos recuerdos sin que me sigan destrozando el alma. Aprender a mirarme la panza sin que me abrume esa tristeza. Aprender a superar este miedo y confiar en que tal vez pueda intentar esto de nuevo y que las cosas saldrán bien.

Sea como sea Jimi, nos hiciste una familia, me hiciste madre y a mi amor padre. Siempre serás nuestro primogénito, nuestro primer bebito y nos hiciste muy felices. No negaré que quiero que vuelvas, que quiero conocer tu carita y verte crecer. No lo puedo evitar. Pero haré este sacrificio, te dejaré ir de verdad amor mío.

Adiós mi pequeñito.

miércoles, 22 de febrero de 2017

Rockpauli encinta: La aventura de los primeros meses

Recién salí del primer trimestre. Ya voy por la semana 16 (para los que no cachan las semanas, como yo hace casi 16 semanas, eso son más de 3 meses, menos de 4) y eso significa que el riesgo de pérdida disminuye considerablemente. Todo lo que compone un ser humano ya está debidamente formado y ahora toca desarrollar y ubicar todo en su lugar. No crean que yo sabía estas cosas de antes. No tenía idea. Porque esto de estar encinta es tierra desconocida para mi. Ni siquiera yo soy yo. No reacciono como solía hacerlo ante las mismas situaciones y si veo o leo algo tierno relacionado con parto o guaguas lloro, como al leer un libro sobre parto natural. Capítulo por medio tengo que parar para secarme las lágrimas. Si algo me irritaba, ahora me súper irrita. Todo me enternece. Fui a la matrona del consultorio y te hacen un cuestionario sobre tu salud mental para ver si corres riesgo de depresión. Las preguntas eran del tipo "¿Te sientes tan desdichada que has pensado en hacerte daño? - Muy de acuerdo, de acuerdo, en desacuerdo, muy en desacuerdo" y me daba tanta pena pensar en las mujeres que estaban muy de acuerdo... En fin, hay otra persona que de pronto me domina y se ve como yo, suena como yo, pero no soy yo.

Y hay mil cosas más que te pasan. Por ejemplo, el cordial "Hola cómo estás bien y tú" ya no vale. La gente realmente quiere saber cómo estoy, así que les cuento si he tenido náuseas o jaquecas o antojos extraños. A D le preguntan por mi y no basta un "bien", tiene que dar más detalles. Es raro, porque yo no acostumbro dar tanta información sobre mí tan a menudo si es que no me ha pasado nada digno de contar. Pero bueno, la gente quiere saber, así que algo les tenemos que decir.

La alimentación ahora ocupa la mitad de mis pensamientos (la otra es para el beibi, aunque considerando que pienso tanto en eso a causa del beibi, en realidad se lleva el 100%). Me preocupa todo lo que como y, muy importante, lo que no como. Está claro que puedo tomarme una humilde taza de café al día, pero es café con culpa. Siempre. Así que ahora tomo una taza a la semana. Con culpa, claro está, pero al menos tengo 6 días de paz. Y TENGO que comer frutas y verduras todos los días. Si no, culpa. A pesar de que tomo un suplemento para embarazadas. No importa, tengo que darle calcio, hierro, proteínas, omega 3, ácido fólico, fibra y tooooooooooodo lo que los alimentos sin procesar contienen. Así que harto batido de fruta con gérmen de trigo y chía y sésamo y avena integral. Y no es sólo eso, como subir de peso siempre me ha costado un kilo (un kilo, jaja), ahora ando estresada porque no he subido ni un miserable kilo desde que esto empezó... Así que harta almendra, maní, mantequilla de maní, panes con mantequilla, miel y tahine y hartas veces al día. Para mi es súper difícil porque estoy acostumbrada a comer bien 3 veces al día con una cosita loca en la mitad de la tarde. Comer a cada rato y sin hambre es todo un desafío. Pero vamos, creo que estoy logrando subir mi primer kilo.

Pero lo más desconcertante de todo esto son las contradicciones. Tengo sueño a pesar de que dormí bien toda la noche (y la anterior también, y la anterior y la anterior). Tengo estreñimiento, pero cuando finalmente voy al baño todo está normal, nada de tapones duros inexpulsables. Tengo hambre y náuseas a la vez. Me viene un calor súbito en la madrugada, la hora más fría del día. Me duele la espalda a pesar de que no tengo guata y no he hecho nada fuera de lo común. En fin, todo es nuevo, desconocido y nunca sabes si deberías preocuparte e ir al doc o si estás siendo alharaca.

Si me junto con alguna amiga que esté encinta o que ya es madre no hablo de otra cosa que no sea parto, guagua o crianza. Como no sé nada, tengo que preguntar, y qué mejor que preguntarle a las que ya estuvieron ahí o están pasando lo mismo que tú. Además que, a diferencia del doc, están felices de contarme su experiencia, mientras que el doc quiere darme la respuesta más corta posible y si la entendí bien y si no tendré que recordarlo todo para buscarlo después en gugul.

¡Pero lejos lo más emocionante de esta aventura es ver a tu guagua por primera vez en una ecografía!  Yo fui como a las 10 semanas (más de 2 meses, menos de 3) y pensaba que vería una mancha blanco y negro que el doc me tendría que explicar porque obviamente yo no iba a cachar nada por mi cuenta. Y de pronto aparece la imagen ¡y ves una guaguita! Una guaguita humana con bracitos y piernitas y una cabezota gigante. El llanto fue instantáneo. Intentaba controlarme, pero era peor y el llanto salía en la forma de espasmos. Así que dije "joder, esto es demasiado increíble como para distraerme en controlar las lágrimas". Miré a D que estaba semi catatónico y seguí llorando mientras la doc nos decía que todo estaba bien. Que cosa más dulce, una guaguita de 3cm movía las caderas dentro de mí y yo lloraba y D estaba en trance y todo estaba bien. Increíble cómo una ama un ser sólo por saber que existe. No sabes cómo es ni cómo será, pero lo amas. Desde que vi la cruz lo amé, es instantáneo.

Y así sigue la vida de rockpauli encinta, descubriendo cosas nuevas y distintas a cada rato. Toda una aventura.

martes, 17 de enero de 2017

Rockpauli encinta: La milagrosa cruz

Y bueno queridos, a esta altura ya muchos sabrán de mi actual estado: encinta. No me gusta el término "embarazada" porque imagino que viene de "embarazoso" y nada menos embarazoso que estar esperando un baby. Y "encinta" me da la idea de que viene con una cinta de regalo, mucho más apropiado.

La noticia llegó con el máximo nivel de asombro pues ya llevábamos más de un año en campaña y nada de nada. Hasta los astros me habían vaticinado una maternidad muuuuuuuy tardía (por ahí por los 40) y como no pasaba nada me dije a mi mishma "bueno, que sea lo que tiene que ser". Yo feliz de mantener mi independencia y libertad de movimiento y acción para siempre, y también feliz de tener un cachorrín mitad yo, mitad D (mi media naranja y como la D se parace a una media naranja creo que queda bien), así que estaba bastante en paz con el tema. Pero la vida ya me tenía fichada.

Era como la tercera vez que me hacía el famoso test de farmacia. Tengo las reglas tremendamente irregurales y ciclos muy largos, así que con dos, tres semanas de atraso ya se hacía sospechosa la cosa y partíamos a comprar un test. Siempre salía sólo una rayita. Así que esta vez, en la que me venía sintiendo... (estoy pensando en algo que no sea grosero, pero que exprese lo mal que me sentía) ...como si mi estómago estuviese permanentemente inflado, con una fatiga que no cedía y un sueño a prueba de cualquier siesta, no teníamos ni una esperanza de que diera positivo. Andaba mareada, asqueada, somnolienta y frustrada por no lograr sentirme bien. Comía sanito, me acostaba temprano, tomaba aguitas de hierbas... Nada, mi malestar era imbatible. Como al quinto día dijimos "ya, hagamos el test, pero obvio que va a salir negativo". Era más bien para descartar que para confirmar, así que D partió a comprar el test y yo a tomar agua para tener material de muestreo. Cuando ya estaba lista, como a eso de las 23 horas, saqué el test, vi que en la cajita decía que la cruz significaba positivo, y partí al baño. El test dio tan positivo que mientras meaba la zona designada empezó a formarse la cruz. Yo, en mi máxima ingenuidad, pensé "Ah, esta es la cruz de la ventanita de control. Obvio. La otra tiene rayita, como siempre". Dejé el test en el lavamanos y bajé a buscar las instrucciones que ya había botado a la basura porque evidentemente serían innecesarias. Y enotnces veo que cruz significaba bebé. Me abrumó una emoción sin calificativo, sólo emoción, tan intensa que tenía que salir por algún lado y los lagrimales fueron los escogidos. Subí llorando de vuelta al baño y me senté al borde de la tina, mientras D me preguntaba por el resultado. Yo no podía hablar, no tenía voz. D entró en el baño, me vio llorando y sacó sus propias conclusiones. No lo podíamos creer, después de todo ese tiempo, después de haber pensado que, bueno, esto tal vez no sería para nosotros, o que si realmente lo queríamos tendríamos que hacernos tratamientos mil y quién sabe qué más y chan, palito meado con cruz. Nos abrazamos profundamente emocionados, fuimos a la pieza, me senté en la cama y D me dice "tengo que ir al baño". Escena siguiente, yo llorando en la pieza y D cagando en el baño, cada uno evacuando sus emociones a su estilo, jaja. Y lo más tierno fue que, mientras estaba sentada en la tina y sin que me diera cuenta, la Pixie se echó detrás mío, adentro de la tina. Acostada en toda su gatudez estaba mi gata amada cubriéndome las espladas. Y cuando me fui a la pieza se fue conmigo y se echó a mi lado, en actitud mejor compañera. Y entonces me acordé que hacía días que andaba rara: en la noche quería dormir adentro de la cama (en pleno verano, cosa que jamás ha hecho) y en el día quería estar pegada a mí (cosa que sólo hace en iniverno, cuando hace frío). Ella lo supo antes que todos. Gata tenía que ser.

Así que nada. Rockpauli espera su primer bebé. Sólo pido que todo salga bien, que esté sano/a y llegue con una cinta de regalo, pues así lo sentimos, como un regalo.