Antes que nada, debo aclarar que yo no era fan de esta
banda. Conocía el típico hit de Little Miss Sunshine y alguno que otro tema
loco por ahí, pero fan no. Eso era hasta hace algunas horas atrás. Me conseguí
entradas para ir al Common Pitch (¡grande Patagonia Chile!) y como al segundo
tema no podía creer la tremenda banda que tenía enfrente. Y cuando digo
enfrente quiero decir ahí mismo delante mío. Como en realidad estábamos en
un evento mayor con charlas y stands varios, Devotchka no acaparaba la atención
de todos los presentes y pude verlos tan cerca como si estuvieran tocando en La
Batuta. Era casi como una tokata con los amigos. Y esa cercanía daba la
sensación de que son una banda muy simple, en un ambiente muy grato y tranquilo.
Pero son cero simples. Son cinco personas que tocan todo tipo de instrumentos
con esa virtud de hacerte sentir que no cuesta nada pasarse del violín al piano
o al acordeón. ¡Hasta un teremin había en el escenario!

Sonaron maravillosamente, con esa voz afinada/desafinada de
Nick Urata llenando cada rincón del parque, los tambores obligándote a mover la
jarrita todo el tiempo o los suaves deslices del violín que te hacían cerrar
los ojos para solo escuchar. Su presencia en el escenario es contagiante. Son
de esas bandas que se les nota que están felices de la vida tocando su música y
terminan por traspasar esa alegría al público, te guste o no. Realmente lamento
no haberlos conocido más, porque si los disfruté como los disfruté sabiendo tan
poco de ellos, me imagino que los verdaderos fans estaban en las nubes.
La verdad es que a partir de ahora se han transformado en
una de mis bandas favoritas y espero con ansia volver a verlos en vivo, porque
si en estudio ya son buenos, en vivo te hacen fan.
Fotos: Nico Guaiquín