miércoles, 22 de febrero de 2017

Rockpauli encinta: La aventura de los primeros meses

Recién salí del primer trimestre. Ya voy por la semana 16 (para los que no cachan las semanas, como yo hace casi 16 semanas, eso son más de 3 meses, menos de 4) y eso significa que el riesgo de pérdida disminuye considerablemente. Todo lo que compone un ser humano ya está debidamente formado y ahora toca desarrollar y ubicar todo en su lugar. No crean que yo sabía estas cosas de antes. No tenía idea. Porque esto de estar encinta es tierra desconocida para mi. Ni siquiera yo soy yo. No reacciono como solía hacerlo ante las mismas situaciones y si veo o leo algo tierno relacionado con parto o guaguas lloro, como al leer un libro sobre parto natural. Capítulo por medio tengo que parar para secarme las lágrimas. Si algo me irritaba, ahora me súper irrita. Todo me enternece. Fui a la matrona del consultorio y te hacen un cuestionario sobre tu salud mental para ver si corres riesgo de depresión. Las preguntas eran del tipo "¿Te sientes tan desdichada que has pensado en hacerte daño? - Muy de acuerdo, de acuerdo, en desacuerdo, muy en desacuerdo" y me daba tanta pena pensar en las mujeres que estaban muy de acuerdo... En fin, hay otra persona que de pronto me domina y se ve como yo, suena como yo, pero no soy yo.

Y hay mil cosas más que te pasan. Por ejemplo, el cordial "Hola cómo estás bien y tú" ya no vale. La gente realmente quiere saber cómo estoy, así que les cuento si he tenido náuseas o jaquecas o antojos extraños. A D le preguntan por mi y no basta un "bien", tiene que dar más detalles. Es raro, porque yo no acostumbro dar tanta información sobre mí tan a menudo si es que no me ha pasado nada digno de contar. Pero bueno, la gente quiere saber, así que algo les tenemos que decir.

La alimentación ahora ocupa la mitad de mis pensamientos (la otra es para el beibi, aunque considerando que pienso tanto en eso a causa del beibi, en realidad se lleva el 100%). Me preocupa todo lo que como y, muy importante, lo que no como. Está claro que puedo tomarme una humilde taza de café al día, pero es café con culpa. Siempre. Así que ahora tomo una taza a la semana. Con culpa, claro está, pero al menos tengo 6 días de paz. Y TENGO que comer frutas y verduras todos los días. Si no, culpa. A pesar de que tomo un suplemento para embarazadas. No importa, tengo que darle calcio, hierro, proteínas, omega 3, ácido fólico, fibra y tooooooooooodo lo que los alimentos sin procesar contienen. Así que harto batido de fruta con gérmen de trigo y chía y sésamo y avena integral. Y no es sólo eso, como subir de peso siempre me ha costado un kilo (un kilo, jaja), ahora ando estresada porque no he subido ni un miserable kilo desde que esto empezó... Así que harta almendra, maní, mantequilla de maní, panes con mantequilla, miel y tahine y hartas veces al día. Para mi es súper difícil porque estoy acostumbrada a comer bien 3 veces al día con una cosita loca en la mitad de la tarde. Comer a cada rato y sin hambre es todo un desafío. Pero vamos, creo que estoy logrando subir mi primer kilo.

Pero lo más desconcertante de todo esto son las contradicciones. Tengo sueño a pesar de que dormí bien toda la noche (y la anterior también, y la anterior y la anterior). Tengo estreñimiento, pero cuando finalmente voy al baño todo está normal, nada de tapones duros inexpulsables. Tengo hambre y náuseas a la vez. Me viene un calor súbito en la madrugada, la hora más fría del día. Me duele la espalda a pesar de que no tengo guata y no he hecho nada fuera de lo común. En fin, todo es nuevo, desconocido y nunca sabes si deberías preocuparte e ir al doc o si estás siendo alharaca.

Si me junto con alguna amiga que esté encinta o que ya es madre no hablo de otra cosa que no sea parto, guagua o crianza. Como no sé nada, tengo que preguntar, y qué mejor que preguntarle a las que ya estuvieron ahí o están pasando lo mismo que tú. Además que, a diferencia del doc, están felices de contarme su experiencia, mientras que el doc quiere darme la respuesta más corta posible y si la entendí bien y si no tendré que recordarlo todo para buscarlo después en gugul.

¡Pero lejos lo más emocionante de esta aventura es ver a tu guagua por primera vez en una ecografía!  Yo fui como a las 10 semanas (más de 2 meses, menos de 3) y pensaba que vería una mancha blanco y negro que el doc me tendría que explicar porque obviamente yo no iba a cachar nada por mi cuenta. Y de pronto aparece la imagen ¡y ves una guaguita! Una guaguita humana con bracitos y piernitas y una cabezota gigante. El llanto fue instantáneo. Intentaba controlarme, pero era peor y el llanto salía en la forma de espasmos. Así que dije "joder, esto es demasiado increíble como para distraerme en controlar las lágrimas". Miré a D que estaba semi catatónico y seguí llorando mientras la doc nos decía que todo estaba bien. Que cosa más dulce, una guaguita de 3cm movía las caderas dentro de mí y yo lloraba y D estaba en trance y todo estaba bien. Increíble cómo una ama un ser sólo por saber que existe. No sabes cómo es ni cómo será, pero lo amas. Desde que vi la cruz lo amé, es instantáneo.

Y así sigue la vida de rockpauli encinta, descubriendo cosas nuevas y distintas a cada rato. Toda una aventura.

martes, 17 de enero de 2017

Rockpauli encinta: La milagrosa cruz

Y bueno queridos, a esta altura ya muchos sabrán de mi actual estado: encinta. No me gusta el término "embarazada" porque imagino que viene de "embarazoso" y nada menos embarazoso que estar esperando un baby. Y "encinta" me da la idea de que viene con una cinta de regalo, mucho más apropiado.

La noticia llegó con el máximo nivel de asombro pues ya llevábamos más de un año en campaña y nada de nada. Hasta los astros me habían vaticinado una maternidad muuuuuuuy tardía (por ahí por los 40) y como no pasaba nada me dije a mi mishma "bueno, que sea lo que tiene que ser". Yo feliz de mantener mi independencia y libertad de movimiento y acción para siempre, y también feliz de tener un cachorrín mitad yo, mitad D (mi media naranja y como la D se parace a una media naranja creo que queda bien), así que estaba bastante en paz con el tema. Pero la vida ya me tenía fichada.

Era como la tercera vez que me hacía el famoso test de farmacia. Tengo las reglas tremendamente irregurales y ciclos muy largos, así que con dos, tres semanas de atraso ya se hacía sospechosa la cosa y partíamos a comprar un test. Siempre salía sólo una rayita. Así que esta vez, en la que me venía sintiendo... (estoy pensando en algo que no sea grosero, pero que exprese lo mal que me sentía) ...como si mi estómago estuviese permanentemente inflado, con una fatiga que no cedía y un sueño a prueba de cualquier siesta, no teníamos ni una esperanza de que diera positivo. Andaba mareada, asqueada, somnolienta y frustrada por no lograr sentirme bien. Comía sanito, me acostaba temprano, tomaba aguitas de hierbas... Nada, mi malestar era imbatible. Como al quinto día dijimos "ya, hagamos el test, pero obvio que va a salir negativo". Era más bien para descartar que para confirmar, así que D partió a comprar el test y yo a tomar agua para tener material de muestreo. Cuando ya estaba lista, como a eso de las 23 horas, saqué el test, vi que en la cajita decía que la cruz significaba positivo, y partí al baño. El test dio tan positivo que mientras meaba la zona designada empezó a formarse la cruz. Yo, en mi máxima ingenuidad, pensé "Ah, esta es la cruz de la ventanita de control. Obvio. La otra tiene rayita, como siempre". Dejé el test en el lavamanos y bajé a buscar las instrucciones que ya había botado a la basura porque evidentemente serían innecesarias. Y enotnces veo que cruz significaba bebé. Me abrumó una emoción sin calificativo, sólo emoción, tan intensa que tenía que salir por algún lado y los lagrimales fueron los escogidos. Subí llorando de vuelta al baño y me senté al borde de la tina, mientras D me preguntaba por el resultado. Yo no podía hablar, no tenía voz. D entró en el baño, me vio llorando y sacó sus propias conclusiones. No lo podíamos creer, después de todo ese tiempo, después de haber pensado que, bueno, esto tal vez no sería para nosotros, o que si realmente lo queríamos tendríamos que hacernos tratamientos mil y quién sabe qué más y chan, palito meado con cruz. Nos abrazamos profundamente emocionados, fuimos a la pieza, me senté en la cama y D me dice "tengo que ir al baño". Escena siguiente, yo llorando en la pieza y D cagando en el baño, cada uno evacuando sus emociones a su estilo, jaja. Y lo más tierno fue que, mientras estaba sentada en la tina y sin que me diera cuenta, la Pixie se echó detrás mío, adentro de la tina. Acostada en toda su gatudez estaba mi gata amada cubriéndome las espladas. Y cuando me fui a la pieza se fue conmigo y se echó a mi lado, en actitud mejor compañera. Y entonces me acordé que hacía días que andaba rara: en la noche quería dormir adentro de la cama (en pleno verano, cosa que jamás ha hecho) y en el día quería estar pegada a mí (cosa que sólo hace en iniverno, cuando hace frío). Ella lo supo antes que todos. Gata tenía que ser.

Así que nada. Rockpauli espera su primer bebé. Sólo pido que todo salga bien, que esté sano/a y llegue con una cinta de regalo, pues así lo sentimos, como un regalo.


sábado, 27 de agosto de 2016

Hoy en Crónicas Anexas: La bitácora de Milord

No sé muy bien como introducir lo que les voy a mostrar. Tal vez simple y claro sea lo mejor. Ok, corta: Thomy (Thom Yorke para los que no lo conocen) es un gato con un nivel de ridiculez un poco más elevado de lo que uno esperaría en un gato doméstico. Tiene un amigo, Milord. Milord es un reno de peluche que venía de regalo en un tazón y han sido amigos desde siempre. Thomy juega con él y lo pasea por toda la casa. Son íntimos. La cosa es que el otro día encontré esto...

sábado, 31 de octubre de 2015

Hoy en Crónicas Anexas: Conflictos interespecíficos

Había un perro. Había dos perros. En realidad eran tres perros y un humano. Y la situación era compleja... Don Jofré vivía en una casa esquina. Años. Años ya que vivía en esa casa esquina. Y era tan bonita. Con sus ventanas de madera, el piso de parqué, el pasto que la rodeaba y la parra de uva frutilla que era su tesoro. Y afuera de la casa, rodeándola, más pasto. Verde, muy verde. El más verde de la calle. Tan bien cuidado que parecía sacado de un campo de golf inglés.

Tommy era un quiltro blanco, chico y con actitud. Llevaba su propia manada, "Los del Unimarc", a pura actitud. Era el jefe indiscutido y como tal tenía que marcar su preciado territorio en una ciudad con manadas por doquier. El punto más conflictivo era ese parche de pasto tan bien cuidado que mojón que dejase sería visto por quien sea y listo, misión cumplida.

Negro. Negro era una mezcla de pastor alemán con alguna otra raza negra y muchas otras razas más aún por definir. Su porte, su elegancia quiltresca y sus colmillos sacados de alguna de esas razas por definir lo hacían el jefe de "Los del Negro". Soberano de unas importantes cuadras, era vecino de Los del Unimarc, coincidiendo en ese parche de pasto verde y perfecto donde dejaba siempre un gran mojón que decía "hasta acá llegan los del Negro".

Sr. Jaraquemada se creía de raza. Con pinta de collie, afirmaba ser de sangre azul, seguramente perdido en alguna escapada de hace muchos años, sus personas tal vez lo buscaron y nunca lo encontraron. Sea como sea, acá tenemos un individuo elegante, jefe por pura intimidación aristocrática. Lord de "Los Nobles", patrullaba sus tierras con rigor y precisión suizas. Su punto favorito era ese parche de pasto verde e impecable, como él. Ahí dejaría su mojón, al lado de ese mojón chico y blancuzco y de ese otro grande y hediondo. Ahí estaría el suyo, formando un lulo perfecto. Que quede claro quién es el jefe con mejor sentido estético.

Una situación que llevaba años. Don Jofré odiando a esos malditos quiltros de la conchetumadre que no lograba pillar y que ahí destruían su perfección y lo humillaban ante todo el barrio, demostrando que tal vez el suyo no era el mejor pasto.

Y Tommy, Negro y Sr. Jaraquemada que no sabían cómo chucha (cresta, Sr. Jaraquemada pensaba que cómo cresta) sus mojones desaparecían. "¡Pero si lo dejé aquí hace dos días! No ha llovido, no ha pasado un aluvión, mucho menos una avalancha. ¿Qué chucha?" Pensaba el Negro mientras soltaba su marca contundente y marrón. "¡Por la reconchatumadre! Tiene que haber sido alguno de esos humanos del orto. ¿O será que el Negro lo sacó, careraja? ¿O ese cuico del Sr. Jaraquemada?", se preguntaba el joven Tommy. "Virgen santa... De nuevo... ¿Cómo es esto posible? Quiero pensar que son los humanos, pero ¿para qué se llevarían mi mojón? ¿De qué les sirve? No, fue uno de esos quiltros ordinarios que quieren expandirse. Guerra, esto ya es guerra".

Y fue así como ocurrió la masacre de la calle Echeñique. Los súbditos empezaron a cuestionar la autoridad de sus jefes. ¡Incluso del Sr. Jaraquemada! Y no, esto no es aceptable, acá habrá guerra hasta morir y retroceder nunca, rendirse jamás, nos vemos a la puesta de sol y ahí se terminará esto de una vez por todas.

Llega la puesta de sol. El Sr. Jaraquemada estaba ahí hacía unos minutos (era conocido por su puntualidad), el Negro aparece con los suyos detrás y Tommy viene con aspecto acelerado, pero en realidad es que con esas patas cortas se tiene que mover muy rápido si quiere llegar a algún lugar a tiempo. Y ahí están los tres, listos para la batalla. Y batalla campal se ha dicho. Ladridos furiosos, dientes desembocados, sangre roja y azul mezcladas en un macabro morado que cubre parte de la calle, parte del pasto recientemente cortado. Salen los vecinos, llaman a los bomberos, al veterinario de la esquina, a la Sociedad Protectora de Animales, al Servicio Agrícola Ganadero, sacan mangueras, tiran piedras, palos, Dios mío ¿qué hacemos? Nada, no pueden hacer nada y nadie entiende qué les pasa a estos perros endemoniados.

Finalmente, malheridos, los tres perros llegan a un acuerdo decidido a punta de colmillos: la esquina es del Negro. El Sr. Jaraquemada se despide con una sutil reverencia de perdedor honrado, Tommy cede escupiendo saliva y sangre al suelo y el Negro, con lo poco de fuerzas que le quedan, deja su mojón vencedor en el pasto.

En cuanto a Don Jofré, llega tarde ese día, pero se entera de todos los pormenores cuando pasa por la panadería a comprar la última horneada de pan. Tampoco entiende nada, parece que hasta los perros están locos en esta ciudad, y tampoco repara que fua a partir de ese día que los mojones en el pasto disminuyeron considerablemente, en dos tercios para ser más exactos. ¿Qué pasó? ¿Será que nunca fueron quiltros de la calle, sino mascotas de alguien que ahora recoge sus cacas? ¿O tal vez sí eran quiltros, pero murieron atropellados, envenados o de hambre? Pucha, ahora le dio un poco de pena a Don Jofré y se le aprieta un poquito el corazón mientras recoge ese mojón grande y hediondo que cada cierto tiempo insiste en volver.