lunes, 31 de marzo de 2014

Lollapalooza 2014 - Santiago, Chile, 30 de marzo 2014

Luego de una muy necesaria noche de descanso (y gran parte de la mañana), partí tipo 2:30 para ver a Johnny Marr. Esta vez no hubo incidentes espacio-temporales que pudiesen alterar mis percepciones, así que llegué bien, justo cuando estaba empezando. Yo no tenía grandes expectativas, pues había escuchado su disco solista y no me había llamado mucho la atención. Fui más que nada a ver el guitarrista de los Smiths como quien va a ver a Paul McCartney solo porque es un Beatle, pero no por la música que hace como solista.

Y qué grata sorpresa me llevé. Es un guitarrista de lo más dotado que he visto. Tranquilo, sin grandes pretensiones, tocó más que nada su propia música con un dominio que te obligaba a apreciar lo que estaba haciendo. No eran arreglos ni riffs del otro mundo, pero su actitud confiada hacía que los sintieras como grandes. Luego de pasearse por gran parte de su propio repertorio, llega a Big Mouth Strikes Again y la guitarra suena como nunca la había oído antes. Era como si de pronto la canción solo estuviese hecha por la guitarra. Sin Morrissey, sin esa voz y esa persona que te lleva a otra parte y te distrae de todo lo demás. Verlos juntos tiene que haber sido alucinante... Sigue con Word Starts Attack Getting Away With It y era tan claro la falta que le hacía la voz de Morrissey y la falta que le hace a Morrissey la guitarra de Johnny Marr. Uno sin el otro se siente cojo... Sus melodías eran preciosas, limpias, precisas, pero la voz lo perdía. Y eso mismo pasa con Morrissey: grandes letras, coros hermosos y en cuanto deja de cantar el tema se pierde sin una melodía que lo sustente. En fin, Marr sigue con un cover de I Fought the Law, coreada y disfrutada por todos y luego entra el más clásico acorde de How Soon is Now? y los fans de The Smiths emergen en coro cantando "I'm the son and the heir..." y era otra cosa esperar la guitarra y no la voz. Todos cantamos porque es la manera que tenemos de participar como público, pero en realidad lo queríamos escuchar era la melodía y todo lo que hay detrás. Luego termina con There is a Light that Never Goes Out, dedicada a todos los que estábamos ahí y no dedicada a los que no estaban (jaja), y fue agarrar un tema que ya es bello, pero presentándolo desde otro ángulo. Johnny Marr realmente me mostró una música que escucho hace años de una manera totalmente nueva. Una revelación.

Seguimos con nuestro festival y me voy a ver a Julian Casablancas. Tenía el temor de que sonara mal por los problemas en ese escenario el día anterior, así que me instalé sin muchas expectativas. Mientras espero que empiece, me tocan el hombro y ¿con quién me encuentro? ¡Jack! Me cuenta que el día anterior tampoco se quedó hasta el final y que se escuchaba muy mal, que el sonido se perdía y se saturaba. Mala señal para Casablancas, pero esperemos que entre ayer y hoy hayan arreglado el problema. Empieza el recital y no, no habían arreglado el problema. De hecho se escucha peor. El estilo de Casablancas es sucio y distorsionado de por si, pero sumado a esos amplificadores del infierno la cosa se fue a la mierda... No se entendía nada, era imposible seguir las melodías, sus temas nuevos que nadie conocía sonaban como un enredo de guitarras y voces. Nos cambiamos más hacia el centro, a ver si desde la mesa de sonido se escucha mejor. No. Nos movemos hacia la derecha, a ver si los parlantes del otro lado están mejores. No. Intentémoslo más atrás. Tampoco. No había caso. Toca 11th Dimension, lejos su mejor tema, y era espantoso. Al final lo vi entero porque él es muy carismático, un tipo buena onda que echa la talla con el público, así que sentía que abandonaría un amigo si me iba, pero la verdad es que fue un suplicio...

En fin. Nos sentamos un rato con Jack a descansar mientras esperábamos a los Pixies. Fuimos al escenario de Vampire Weekend, pero su música es demasiado happy para nosotros. No pescamos mucho a la banda y nos dedicamos a mirar a la gente. Súper mega adolescente el público. Miles de niñas peinaditas con sus pelos largos adornados con flores, shorts y pequeñas poleras que las harían sufrir en un rato más cuando la temperatura bajara peligrosamente. Muchas barbas cuidadas y lentes de marcos muy negros. Pelos bien peinados y camisas abotonadas. Muchos, muchos extranjeros, de esos rubios que uno sabe que no son de acá. Y rockeros con sus poleras negras de NIN o Soundgarden. Familias con niños y bebés y globos de colores. El público era un espectáculo en si mismo.

Se va acercando la hora y le digo a Jack que quiero estar muy, muy, muy adelante para los Pixies. Si se va a escuchar como el ajo de nuevo, prefiero al menos estar ahí mismo delante del escenario y distraerme con ellos. Jack, menos fan de las locuras de  las primeras filas durante un recital semi punk, decide quedarse más atrás y quedamos de juntarnos para Arcade Fire. Nos despedimos y a lo más cerca posible se ha dicho. Claramente había una alta expectativa con ellos, pues llegué media hora antes que empezara y estaba lleno. Van pasando los minutos, se sube un chavalín con una guitarra y de pronto alguien dice "¡Ahí está Frank Black". Listo, en cosa de segundos, cada integrante toma su instrumento y Bone Machine. La locura inmediata en las primeras filas se desata y todos felices de la vida saltando y cantando. Sin esperar ni un nano segundo, pasamos a Wave of Mutilation, Head On, el máximo hit Hey y de pronto "hermanita ven conmigo, hermanita ven conmigoo oo oooo!". Ya ni me acordé que habían problemas de sonido, estaba encantada por esos cuatro (te queremos Kim) al ritmo y frenesí de la banda responsable por todo lo que vino después, influenciando la música hasta el día de hoy. Tocaron 22 maravillosos temas, incluyendo su nuevo material y nos dejaron a todos con ganas de mucho más. Gouge Away, The Holyday Song, Nimrod's Son, La La Love You, Where is my Mind?, etc, etc, etc. Vale toda la pena del mundo aguantarse los empujones, codazos y pisotones que te puedan llegar con tal de ver a esos grandes así de cerca. ¡Qué deleite!

Termino agotada pero feliz de haberle dado todo a tamaña banda y me voy con una sonrisa de oreja a oreja a juntarme con Jack y ver a Arcade Fire. La expectativa era grande. Una banda totalmente hija de su época, la mejor representante del indie en este festival, con 20 personas arriba del escenario vestidas para dar un espectáculo. Yo no los cachaba mucho, más que nada los temas del álbum Funeral, pero me gusta eso de ver una banda que algo conoces, pero que en realidad no sabes muy bien qué esperar. Mucho más fácil sorprenderse. ¡Y vaya sorpresa! Sonaron impecables, recibidos por una fanaticada masiva que coreaba sus temas uno tras otro. Una puesta en escena acorde a los tiempos que vivimos, con mucho color y movimiento. Un pequeño escenario ubicado entre el público, frente a la mesa de sonido, fue el foco de la destrucción de un tambor, de un hombre vestido de espejos y de Régine Chassagne envolviendo a todos en su carisma y talento. Jack estaba alucinando. Mucho más fan que yo, era parte de esa multitud que se notaba que los llevaba en la sangre y que vibraba con cada tema. Finalmente hacen una pequeña pausa y aparecen en el escenario 4 o 5 individuos con máscaras gigantes diciendo, en inglés, que Johnny Marr estaba ahí con ellos y de la nada empieza There is a Light that Never Goes Out, pero algo suena raro. Surge la voz y era la versión en español  que no tengo idea cómo sabían ellos que existía. En la mitad, la canción se corta con un Win Butler reclamando "¿Qué onda? ¿Nos vamos 5min y suben a otra banda?". Excelente momento de humor. Esa multitud de músicos retoma sus instrumentos y vamos con Normal Person, Here Comes the Night Time y el muy esperado Wake Up, el mejor tema que existe para terminar un recital. A esa altura ya teníamos chayas en el pelo, sonrisas en la cara y un cansancio solo superado por la emoción de estar presenciando algo de ese nivel. Fue realmente una joya perfectamente pulida y presentada sin saturar con su esplendor. Fantástico.

Ahora, ya al final de este largo fin de semana, le tocaba a Soundgarden. Otro estado, nada que ver con lo que habíamos visto recién. Jack, agotado, se fue sin verlos, pero pude toparme con Diego Metal (quien de nuevo se había pasado, pero esta vez con la ayuda de un amigo que trabajó en el festival). Había llegado recién y vimos juntos los primeros temas, pero yo ya no tenía nada más que entregar y lo dejé mientras él se acercaba a rockear al estilo Seattle. Pude ver Spoonman, Balck Hole Sun y para cuando llegaron a My Wave yo ya estaba en camino hacia la salida. Después Diego me contó que estuvo buenísimo, pero mucho hit, que faltó un poco de esos temas dedicados a los fans más acérrimos, pero bueno, es un festival y así es como hay que enfrentarlo. Y sí, el sonido dejó mucho que desear... Lamentable Claro Stage.

Entonces, por lo que vi, el premio a mejor presentación se lo doy a Nine Inch Nails y a Arcade Fire. Debería dárselo solo a uno, pero mi opinión está sesgada porque soy mucho más fan de NIN, pero Arcade Fire realmente deslumbró. Y revelación fue el viejo Johnny Marr por darle toda una nueva dimensión a una música que vengo escuchando hace años.

Y ese fue mi Lollapalooza. Lo notable que ocurrió en esta ocasión es que tuvimos una especie de historia de la música, donde NIN, Johnny Marr y los Pixies son esas bandas responsables de la música que existe hoy, con Arcade Fire o Julian Casablancas (The Strokes). Padres e hijos compartiendo escenarios ¿qué más podemos pedir?

El setlist de Johnny Marr, Julian Casablancas, Pixies, Arcade Fire y Soudngarden.

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